miércoles, 29 de abril de 2009

Sentir

Sentí, la luna morir viendo el paisaje.
Blanca, pálida y desgastada,
cansada de soñar despierta y trasnochada.
Pero nadie por ella preguntaba.

El cielo fué cruel,
nunca aclaró su franja
y ella desnuda y acabada
viéndose morir y a él nacer.

Cada noche derrochaba placer
con su mirada ténue y apasionada
y un cielo naranja recibiendo al sol.
Aquella emoción apuñalaba la luna
y ponía más dudas en su corazón.

Al llegar el sol, lágrimas lloraban los pastos
y mojadas hojas de llanto acariciaban la mañana,
ella moría transparente y cansada frente a su luz

El cielo con la emoción,
de recibir brillante regalo de luz.
Olvidaba sus lágrimas y las secaba
con aquella iluminación.

Olvidando que... 
más tarde en la morada, como el fénix retornaba,
aquella señora de blancura y resplandor
que sin dejar pasión y misterio en su mirada
volvería callada y despidiría al sol

Para mañana ya no creer en mí.
Cuando vuelva ver: al sol nacer,
un cielo aclarar, 
y la luna de nuevo morir.